Avance de Far Cry 5

Hace cosa de un par de semanas, en uno de tantos escarceos aburridos por Twitter, me di de bruces con una situación rocambolesca incluso para lo acostumbrado en dicha red social. Sus protagonistas eran el señor Pedro Duque, un tipo conocido por haberse sacado un par de carreras y haber pegado un par de pirulos por lo que viene siendo el exterior de la atmósfera, y un iluminado cuyo nombre no reproduciré aquí porque no conviene alimentar a las bestias; la materia a debatir, por increíble que parezca, si la tierra es o no plana. He de decir que me sorprendió poco, porque como digo tengo una cuenta de Twitter y porque estos tiempos en que vivimos le han educado a uno a esperar estas cosas: si en pleno 2017 temas como el antifascismo vuelven a ser cuestionables, por qué no habría de suceder lo mismo con Eratóstenes, con Galileo o con el maldito Newton; desde cuando hay que informarse para opinar, quién ha dicho que la lluvia caiga hacia abajo, las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjeme que las beba tranquilamente.

El caso es que parece ser que hay quien realmente defiende esta chifladura y que el llamado "tierraplanismo" es algo así como un movimiento: recientemente otro tipo intentó fabricar un cohete casero con el que ascender a la estratosfera para sacar unas fotos que destaparan todo el pastel, no me digáis que no es fascinante. Como digo llevo unos cuantos días obsesionado con esta historia, y ha tenido que ser nada menos que Far Cry 5, o más concretamente la descripción con la que uno de sus pintorescos fusiles de precisión se adorna en el menú de las tiendas, lo que me devolviera durante unos breves minutos la esperanza en esta civilización: "este es un fusil pensado para objetivos a larga distancia, pero recuerda tener en cuenta la curvatura terrestre. Porque no, la tierra no es plana". Cuesta no dibujar una sonrisa de complicidad.

He querido detenerme unas líneas en un detalle a priori insignificante porque sí, como recado es espectacular, pero también porque creo que encapsula de manera casi perfecta la cara y la cruz de lo que puede terminar siendo esta quinta entrega. Un juego que si aguanta la respiración para disparar es apuntando entre ceja y ceja precisamente de eso, del fanatismo y los charlatanes y aquellos que pretenden explotar la credulidad del pueblo para sacar rédito económico o recortar sus libertades fundamentales, pero también uno que elige hacerlo a través de un fusil de colores chillones. A su lado, mientras saltamos de pestaña a pestaña sopesando nuestra inversión, vemos un rifle de asalto pintado con los colores de la bandera americana y una pala decorada con un gran emoji sonriente con la que desnucar esbirros de manera desenfadada. Es difícil contar más con menos.

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